Cuento dramatizado # 1
El docente realiza con títeres una dramatización del cuento.
“Pleito de abejas y hormigas” de la autora
María Eastman.
Cuento
“Pleito de abejas y hormigas”
Hormiga-Roja y Abeja-Dorada se encontraron una tarde cuando iban a la fuente por agua ¿Cómo está Hormiga-Roja? Dijo la Abeja, que era muy simpática. – No tan bien cómo tú, porque aún no me han salido las alas. Y charla que te charla hicieron el camino. Llenaron sus cántaros y los pusieron en el borde del pozo, porque querían retardar el regreso; estaba tan bonita y fresca la tarde que era una delicia estarse allí, viendo llegar, por distintos caminos, a las hormigas y las abejas de todos los rincones del pueblo.
Todas eran jóvenes y muy amigas y tenían muchos motivos para reír y hablar. Pero el sol se iba a ocultar y era forzoso regresar antes de la llegada de la noche, tenían miedo de extraviarse, ellas eran tan jóvenes, en medio de la sombra. Cuando fueron a alzar sus cántaros, vieron en una hendidura del brocal, un huevo blanco y diminuto. – Mira un huevo de hormiga. – ese no es de hormiga sino de abeja.- ¡Que si conoceré yo los huevos de hormiga! Mira que es redondo, blanco y transparente como los nuestros; tiene el tamaño y la forma. – pues yo estoy segura que es de abeja ¿Vas a enseñarme tú cuándo un huevo es de nuestra especie? Repuso airada la Abeja-Dorada. Al ruido de sus palabras se fueron acercando abejas y hormigas e inmediatamente tomaban partido. Hubo un momento en que el alboroto era tan fuerte, que las caras estaban congestionadas y los aguijones se movían de manera tan sospechosa, que sentía próxima una batalla.
Una mariposa que volaba cerca de una flor para pasar la noche, vio el tumulto, alcanzó a oír la disputa y hasta vislumbró por las cabezas de las querellantes el huevo. Era una mariposa muy sosegada, deseosa de que el mundo viviera en paz y de que el orden reinara en todas partes. Ella tenía bellos colores, hermosa cas y un espacioso jardín para vivir y libar su néctar. No; ella no quería que nadie fuera a turbar la tranquilidad del lugar. Así que resolvió mediar y agitando sus alas azules sobre el grupo, hizo que todas volvieran la cabeza. Como mariposa era tan elegante se posó en lo más alto del muro, dio a sus alas un ligero temblor que las embellecía y dijo con su más hermosa voz: ¿Por qué peleáis? –Figúrese señora, dijo la abeja, que las hormigas aseguran que este hermoso huevo es de su especie, cuando a la legua se ve que es de origen real y hoy nada menos nuestra reina estuvo en esta fuente.
Oír esto y alzar la voz todas las hormigas fue uno. Oye, tú, la pretensiosa: cuando ven un huevo hermoso creen que es de ella, como si no supiéramos que los pobres huevos de abeja son depositados en las oscuras celdas de la colmena. - ¿Oscuras celdas has dicho? Vivimos en los altos árboles, a la luz del sol, nos alimentamos de flores y fabricamos miel para las mesas de los hombres y cera para las candelas de los altares. En cambio, vosotras vivís bajo tierra, os alimentáis de ella y a ella os parecéis, nos servís sino para destruir las plantas y para hostigar a los hombres.
- ¡Mentira! ¡Mentira! Nosotras abonamos la tierra, la removemos y extirpamos los insectos dañinos. Solo picamos cuando nos ofenden, en cambio, vosotras claváis el aguijón a quien se acerca, matáis a los machos del enjambre y vivís como esclavas trabajando para una reina. Entre tanto la mariposa había sacado sus gafas y desde la cima de su orgullo, miraba con lástima a unas y otras. Por fin habló: - me parece un pleito muy pequeño para gentes tan laboriosas y ocupadas como vosotras. Ambas especies son útiles y poseen hermosos huevos ¿Por qué en lugar de estar allí platicando, sin juicio, no cuidáis del huevo hasta que reviente? Y entonces ¿Quién tiene la razón? Todos encontraron muy inteligentes las palabras de la Mariposa y además estaban muy impresionados por su traje vistoso y sus anteojos de oro.
- ¿Quién lo debe cuidar? Preguntó Abeja-Dorada.
- Creo, salvo mejor opinión, - la Mariposa era muy respetuosa del derecho ajeno- que tanto unas como otras, tenéis derecho a hacerlo. Así desaparecen los recelos y el juego resulta limpio.
En una hoja de violeta fue puesto el huevo y llevado por hormigas y abejas a un lugar seco, resguardado de los ataques de animales. Día tras día acudían a inspeccionar el sitio, a mullir el lecho, a airear y a asegurarse de que nada malo le ocurría y de paso aprovechaban para charlar un rato.
Una mañana corrió la voz de que el huevo se resquebrajaba por un extremo. No quedó abeja ni hormiga que no se acudiera a presenciar el acontecimiento y hasta Mariposa-Azul fue notificada y llegó presurosa a presidir el advenimiento. La expectativa crecía a medida que la hendidura se hacía más grande. Una pequeña cabecita asomó, pero tan pequeña que podía ser de abeja o de hormiga. Silencio, voces contenidas. Se operaba el milagro ¡Al fin! Una blanca y fea larva de mariposa acabó de salir.
Huyeron avergonzadas abejas y hormigas, y desde entonces tienen cuidado de depositar sus huevos, unas en las oscuras celdas de la colmena y otras en lo más profundo del hormiguero.
Cuento # 2 “Rosa caprichosa y los animales del jardín”
Actividades:
Momentos para escuchar
Se narra el cuento “Rosa caprichosa y los animales del jardín” del autor Pedro Pablo Sacristán.
“Rosa caprichosa y los animales del jardín”
“¡Nada de caprichos! ¡Nada de caprichos!” era la única frase que Rosa oía desde que empezó a faltar el dinero en casa, una vez que su papá se quedó sin trabajo. Y eso que a Rosa nadie le había enseñado a distinguir qué era un capricho y qué no lo era. Pero tenían tantos problemas, y Rosa seguía pidiendo tanto aquello que le gustaba, que un día sus papás le dijeron:
- “Todo lo que pides son caprichos, Rosa. Eres una caprichosa”
. Aquello no le gustó nada a la niña, siempre dispuesta a ayudar, pero sin saber cómo. Y como siempre que no sabía qué hacer, Rosa salió al jardín. Allí, contemplando los animales, las flores y la naturaleza, a menudo encontraba buenas ideas.
Ese día se quedó largo rato observando una familia de pajarillos. No tenían pinta de tener dinero, ni un empleo, así que la niña pensó que probablemente aquella pequeña familia tampoco pudiera permitirse ningún capricho. Pero a pesar de ello, no se les veía tristes. Y tampoco parecían estarlo las ardillas o las mariposas. De modo que la niña pensó en pedir únicamente aquellas cosas que viera en los animales: de esa forma dejaría de ser una niña caprichosa, fuera lo que fuera eso, y además estaría feliz.
Así, observando a las hormiguitas recoger comida, aprendió que comían la comida que encontraban, aunque no fuera la más dulce o sabrosa, y ella misma decidió aceptar sin protestas lo que cocinara su mamá.
De los perros y su pelaje, aceptó que había que llevar ropa para abrigarse, pero que no era necesario cambiarla constantemente, ni utilizar mil adornos diferentes.
De los pájaros y sus nidos, comprendió que tener una casa cómoda y calentita es importante, pero que no tiene por qué ser enorme y lujosa, ni estar llena de cosas.
Y así observó y aprendió muchísimas cosas de los animales, y de cómo ellos no tenían problema para distinguir lo que era verdaderamente necesario de lo que era un capricho. Pero lo que más le gustó de todo lo que aprendió fue que todos los animales jugueteaban y se divertían. Eso sí, siempre lo hacían con aquello que encontraban a su alcance, sin tener que usar juguetes especiales o carísimos.
Desde entonces, Rosa dejó de pedir todas aquellas cosas que sus amigos los animales no habían necesitado nunca. Y comprobó que podía ser incluso más feliz prescindiendo de todo eso. Y no sólo se sintió fenomenal, sino que nadie más volvió a llamarla “niña caprichosa”.
Cuento # 3 “La brujita dulce” autor anónimo.
Actividades:
Escuchando un cuento
El docente narra a los estudiantes el cuento “La brujita dulce”.
“La brujita dulce” autor anónimo.
Había una vez una brujita muy especial, porque era una brujita buena, pero no tenía ni idea de cómo ser buena. Desde pequeñita había aguantado las regañinas de las brujas, que le decían que tenía que ser mala como todas, y había sufrido mucho porque no quería serlo.
Todos sus hechizos eran un fracaso, y además, no encontraba nadie que quisiera enseñarle a ser buena, así que casi siempre estaba triste.
Un día se enteró de que las brujas viejas planeaban hechizar una gran montaña y convertirla en volcán para arrasar un pequeño pueblo.
La brujita buena pensó en evitar aquella maldad, pero no sabía cómo y en cuanto se acercó al pueblo tratando de avisar a la gente, todos se echaron a la calle y la ahuyentaron tirando piedras al grito de “¡¡largo de aquí, bruja!!”. La brujita huyó del lugar corriendo, y se sentó a llorar junto al camino.
Al poco llegaron unos niños, que al verla llorar trataron de consolarla. Ella les contó que era una bruja buena, pero que no sabía cómo serlo, y que todo el mundo la trataba mal.
Entonces los niños y las niñas le contaron que ser bueno era muy fácil, que lo único que había que hacer era ayudar a los demás y hacer cosas por ellos.
- ¿Y qué puedo hacer por vosotros?- dijo la bruja. - ¡Podías darnos unos caramelos!, le dijeron alegres.
La bruja se apenó mucho, porque no llevaba caramelos y no sabía ningún hechizo, pero los niños y las niñas no le dieron importancia, y en seguida se fueron jugando. La brujita, animada, volvió a su cueva dispuesta a ayudar a todo el mundo, pero cuando iba de camino encontró a las brujas viejas hechizando la montaña, que ya se había convertido en un enorme volcán y empezaba a escupir fuego.
Quería evitarlo, pero no sabía cómo, y entonces le vinieron a la cabeza un montón de palabras mágicas, y cuando quiso darse cuenta, el fuego se convirtió en caramelos, y la montaña escupía una gran lluvia de caramelos y dulces que calló sobre el pueblo.
Así fue como la brujita aprendió a ser buena, deseando de verdad ayudar a los demás.
Los niños y las niñas se dieron cuenta de que aquello había sido gracias a ella, se lo contaron a todo el mundo, y a partir de aquel día nadie más en el pueblo la consideró una bruja mala. Se hizo amiga de todo el mundo ayudando siempre a todos, y en recuerdo de su primer hechizo, desde entonces la llamaron La Brujita Dulce.
Imagen 1: http://www.raicesuruguay.com/raices/cuentosinfantiles_peralta.html
Imagen 2: http://www.cuentosinfantilescortos.net/como-fomentar-la-lectura
Imagen3: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/escolar/comprension-oral-410212.html
Imagen 4: https://www.flickr.com/photos/lorion/2535584275
Ministerio de Educación Pública (2013) Programas de Estudio. Estudios Sociales y Educación Cívica. Primero y Segundo Ciclos de la Educación General Básica. MEP. San José. Costa Rica.
Hormiga-Roja y Abeja-Dorada se encontraron una tarde cuando iban a la fuente por agua ¿Cómo está Hormiga-Roja? Dijo la Abeja, que era muy simpática. – No tan bien cómo tú, porque aún no me han salido las alas. Y charla que te charla hicieron el camino. Llenaron sus cántaros y los pusieron en el borde del pozo, porque querían retardar el regreso; estaba tan bonita y fresca la tarde que era una delicia estarse allí, viendo llegar, por distintos caminos, a las hormigas y las abejas de todos los rincones del pueblo.
Todas eran jóvenes y muy amigas y tenían muchos motivos para reír y hablar. Pero el sol se iba a ocultar y era forzoso regresar antes de la llegada de la noche, tenían miedo de extraviarse, ellas eran tan jóvenes, en medio de la sombra. Cuando fueron a alzar sus cántaros, vieron en una hendidura del brocal, un huevo blanco y diminuto. – Mira un huevo de hormiga. – ese no es de hormiga sino de abeja.- ¡Que si conoceré yo los huevos de hormiga! Mira que es redondo, blanco y transparente como los nuestros; tiene el tamaño y la forma. – pues yo estoy segura que es de abeja ¿Vas a enseñarme tú cuándo un huevo es de nuestra especie? Repuso airada la Abeja-Dorada. Al ruido de sus palabras se fueron acercando abejas y hormigas e inmediatamente tomaban partido. Hubo un momento en que el alboroto era tan fuerte, que las caras estaban congestionadas y los aguijones se movían de manera tan sospechosa, que sentía próxima una batalla.
Una mariposa que volaba cerca de una flor para pasar la noche, vio el tumulto, alcanzó a oír la disputa y hasta vislumbró por las cabezas de las querellantes el huevo. Era una mariposa muy sosegada, deseosa de que el mundo viviera en paz y de que el orden reinara en todas partes. Ella tenía bellos colores, hermosa cas y un espacioso jardín para vivir y libar su néctar. No; ella no quería que nadie fuera a turbar la tranquilidad del lugar. Así que resolvió mediar y agitando sus alas azules sobre el grupo, hizo que todas volvieran la cabeza. Como mariposa era tan elegante se posó en lo más alto del muro, dio a sus alas un ligero temblor que las embellecía y dijo con su más hermosa voz: ¿Por qué peleáis? –Figúrese señora, dijo la abeja, que las hormigas aseguran que este hermoso huevo es de su especie, cuando a la legua se ve que es de origen real y hoy nada menos nuestra reina estuvo en esta fuente.
Oír esto y alzar la voz todas las hormigas fue uno. Oye, tú, la pretensiosa: cuando ven un huevo hermoso creen que es de ella, como si no supiéramos que los pobres huevos de abeja son depositados en las oscuras celdas de la colmena. - ¿Oscuras celdas has dicho? Vivimos en los altos árboles, a la luz del sol, nos alimentamos de flores y fabricamos miel para las mesas de los hombres y cera para las candelas de los altares. En cambio, vosotras vivís bajo tierra, os alimentáis de ella y a ella os parecéis, nos servís sino para destruir las plantas y para hostigar a los hombres.
- ¡Mentira! ¡Mentira! Nosotras abonamos la tierra, la removemos y extirpamos los insectos dañinos. Solo picamos cuando nos ofenden, en cambio, vosotras claváis el aguijón a quien se acerca, matáis a los machos del enjambre y vivís como esclavas trabajando para una reina. Entre tanto la mariposa había sacado sus gafas y desde la cima de su orgullo, miraba con lástima a unas y otras. Por fin habló: - me parece un pleito muy pequeño para gentes tan laboriosas y ocupadas como vosotras. Ambas especies son útiles y poseen hermosos huevos ¿Por qué en lugar de estar allí platicando, sin juicio, no cuidáis del huevo hasta que reviente? Y entonces ¿Quién tiene la razón? Todos encontraron muy inteligentes las palabras de la Mariposa y además estaban muy impresionados por su traje vistoso y sus anteojos de oro.
- ¿Quién lo debe cuidar? Preguntó Abeja-Dorada.
- Creo, salvo mejor opinión, - la Mariposa era muy respetuosa del derecho ajeno- que tanto unas como otras, tenéis derecho a hacerlo. Así desaparecen los recelos y el juego resulta limpio.
En una hoja de violeta fue puesto el huevo y llevado por hormigas y abejas a un lugar seco, resguardado de los ataques de animales. Día tras día acudían a inspeccionar el sitio, a mullir el lecho, a airear y a asegurarse de que nada malo le ocurría y de paso aprovechaban para charlar un rato.
Una mañana corrió la voz de que el huevo se resquebrajaba por un extremo. No quedó abeja ni hormiga que no se acudiera a presenciar el acontecimiento y hasta Mariposa-Azul fue notificada y llegó presurosa a presidir el advenimiento. La expectativa crecía a medida que la hendidura se hacía más grande. Una pequeña cabecita asomó, pero tan pequeña que podía ser de abeja o de hormiga. Silencio, voces contenidas. Se operaba el milagro ¡Al fin! Una blanca y fea larva de mariposa acabó de salir.
Huyeron avergonzadas abejas y hormigas, y desde entonces tienen cuidado de depositar sus huevos, unas en las oscuras celdas de la colmena y otras en lo más profundo del hormiguero.
Cuento # 2 “Rosa caprichosa y los animales del jardín”
Actividades:
Momentos para escuchar
Se narra el cuento “Rosa caprichosa y los animales del jardín” del autor Pedro Pablo Sacristán.
“Rosa caprichosa y los animales del jardín”
“¡Nada de caprichos! ¡Nada de caprichos!” era la única frase que Rosa oía desde que empezó a faltar el dinero en casa, una vez que su papá se quedó sin trabajo. Y eso que a Rosa nadie le había enseñado a distinguir qué era un capricho y qué no lo era. Pero tenían tantos problemas, y Rosa seguía pidiendo tanto aquello que le gustaba, que un día sus papás le dijeron:
- “Todo lo que pides son caprichos, Rosa. Eres una caprichosa”
. Aquello no le gustó nada a la niña, siempre dispuesta a ayudar, pero sin saber cómo. Y como siempre que no sabía qué hacer, Rosa salió al jardín. Allí, contemplando los animales, las flores y la naturaleza, a menudo encontraba buenas ideas.
Ese día se quedó largo rato observando una familia de pajarillos. No tenían pinta de tener dinero, ni un empleo, así que la niña pensó que probablemente aquella pequeña familia tampoco pudiera permitirse ningún capricho. Pero a pesar de ello, no se les veía tristes. Y tampoco parecían estarlo las ardillas o las mariposas. De modo que la niña pensó en pedir únicamente aquellas cosas que viera en los animales: de esa forma dejaría de ser una niña caprichosa, fuera lo que fuera eso, y además estaría feliz.
Así, observando a las hormiguitas recoger comida, aprendió que comían la comida que encontraban, aunque no fuera la más dulce o sabrosa, y ella misma decidió aceptar sin protestas lo que cocinara su mamá.
De los perros y su pelaje, aceptó que había que llevar ropa para abrigarse, pero que no era necesario cambiarla constantemente, ni utilizar mil adornos diferentes.
De los pájaros y sus nidos, comprendió que tener una casa cómoda y calentita es importante, pero que no tiene por qué ser enorme y lujosa, ni estar llena de cosas.
Y así observó y aprendió muchísimas cosas de los animales, y de cómo ellos no tenían problema para distinguir lo que era verdaderamente necesario de lo que era un capricho. Pero lo que más le gustó de todo lo que aprendió fue que todos los animales jugueteaban y se divertían. Eso sí, siempre lo hacían con aquello que encontraban a su alcance, sin tener que usar juguetes especiales o carísimos.
Desde entonces, Rosa dejó de pedir todas aquellas cosas que sus amigos los animales no habían necesitado nunca. Y comprobó que podía ser incluso más feliz prescindiendo de todo eso. Y no sólo se sintió fenomenal, sino que nadie más volvió a llamarla “niña caprichosa”.
Cuento # 3 “La brujita dulce” autor anónimo.
Actividades:
Escuchando un cuento
El docente narra a los estudiantes el cuento “La brujita dulce”.
“La brujita dulce” autor anónimo.
Había una vez una brujita muy especial, porque era una brujita buena, pero no tenía ni idea de cómo ser buena. Desde pequeñita había aguantado las regañinas de las brujas, que le decían que tenía que ser mala como todas, y había sufrido mucho porque no quería serlo.
Todos sus hechizos eran un fracaso, y además, no encontraba nadie que quisiera enseñarle a ser buena, así que casi siempre estaba triste.
Un día se enteró de que las brujas viejas planeaban hechizar una gran montaña y convertirla en volcán para arrasar un pequeño pueblo.
La brujita buena pensó en evitar aquella maldad, pero no sabía cómo y en cuanto se acercó al pueblo tratando de avisar a la gente, todos se echaron a la calle y la ahuyentaron tirando piedras al grito de “¡¡largo de aquí, bruja!!”. La brujita huyó del lugar corriendo, y se sentó a llorar junto al camino.
Al poco llegaron unos niños, que al verla llorar trataron de consolarla. Ella les contó que era una bruja buena, pero que no sabía cómo serlo, y que todo el mundo la trataba mal.
Entonces los niños y las niñas le contaron que ser bueno era muy fácil, que lo único que había que hacer era ayudar a los demás y hacer cosas por ellos.
- ¿Y qué puedo hacer por vosotros?- dijo la bruja. - ¡Podías darnos unos caramelos!, le dijeron alegres.
La bruja se apenó mucho, porque no llevaba caramelos y no sabía ningún hechizo, pero los niños y las niñas no le dieron importancia, y en seguida se fueron jugando. La brujita, animada, volvió a su cueva dispuesta a ayudar a todo el mundo, pero cuando iba de camino encontró a las brujas viejas hechizando la montaña, que ya se había convertido en un enorme volcán y empezaba a escupir fuego.
Quería evitarlo, pero no sabía cómo, y entonces le vinieron a la cabeza un montón de palabras mágicas, y cuando quiso darse cuenta, el fuego se convirtió en caramelos, y la montaña escupía una gran lluvia de caramelos y dulces que calló sobre el pueblo.
Así fue como la brujita aprendió a ser buena, deseando de verdad ayudar a los demás.
Los niños y las niñas se dieron cuenta de que aquello había sido gracias a ella, se lo contaron a todo el mundo, y a partir de aquel día nadie más en el pueblo la consideró una bruja mala. Se hizo amiga de todo el mundo ayudando siempre a todos, y en recuerdo de su primer hechizo, desde entonces la llamaron La Brujita Dulce.
Referencias
Imagen 1: http://www.raicesuruguay.com/raices/cuentosinfantiles_peralta.html
Imagen 2: http://www.cuentosinfantilescortos.net/como-fomentar-la-lectura
Imagen3: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/escolar/comprension-oral-410212.html
Imagen 4: https://www.flickr.com/photos/lorion/2535584275
Ministerio de Educación Pública (2013) Programas de Estudio. Estudios Sociales y Educación Cívica. Primero y Segundo Ciclos de la Educación General Básica. MEP. San José. Costa Rica.
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